Cuando emprendas tu viaje a Ítaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante ti.
Pide que el camino sea largo.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos nunca vistos antes.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes sensuales,
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender, a aprender de sus sabios.
Ten siempre a Ítaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguardar a que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Ítacas.
Inspirándose en el poema Ítaca, del poeta griego Constantino Cavafis, este taller con nuestras compañeras de la cooperativa dabne, propone considerar la pandemia como un viaje.
Salimos de Ítaca, la normalidad, y tarde o temprano volveremos a ella. Una normalidad nueva o vieja que, pobre como es, no tiene nada que darnos. La normalidad no engaña. Y, sin embargo, brinda la posibilidad de emprender un viaje que, de alguna manera, puede ser hermoso, aunque no feliz. Hermoso si, lleno de aventuras y experiencias, enriquece, conecta con la sensualidad de la vida, y ayuda a aprender qué son, en realidad, las Ítacas.
La condición, entonces, es pedir que el camino sea largo. No estar esperando a que esto acabe, sobrellevándolo lo mejor posible, intentando hacer como si nada. Más bien al revés, tener a Ítaca en la mente pero no apresurar el viaje, hacer que sea largo, para atracar lo más vieja y sabia posible en esa isla, sabiendo que la Ítaca que encontraremos depende de cómo haya sido el viaje.
El taller es gratuito y se accede por invitación. Consta de cuatro sesiones, los días 17 y 24 de junio y 1 y 8 de julio, de 17:30 a 19:30:
Sesión 1: Que muchas sean las mañanas y llegues a puertos nunca vistos antes
La pandemia nos permite llegar a puertos nunca vistos antes: calles vacías, hospitales de campaña, confinamiento, parón…
En esta sesión pondremos en común lo que, para cada una, la pandemia confirma o desmiente. Lo que fortifica o lo que derrumba. Lo que se vuelve inservible y lo que se convierte en útil. En resumen: qué está pasando.
Sesión 2: No temas al colérico Poseidón si no lo llevas dentro de tu alma
El colérico Poseidón, el enemigo, puede estar en cualquier parte: en el virus, en el neoliberalismo, en la muerte, en la gestión política, en los modos de vida, en la ultraderecha populista, en la precariedad, en la ciencia mercantilizada, en las personas que contagian, en las que obedecen, en el propio miedo.
En esta sesión hablaremos sobre contra qué luchamos, quién es el enemigo, dónde está el peligro, cuál es la catástrofe o qué es vencer. En resumen: cómo afrontar la situación.
Sesión 3: Detente en los emporios de Fenicia y hazte con hermosas mercancías
El emporio, como lugar de intercambios, remite vínculo social. Solo en el toma y daca con otros es posible hacerse con hermosas mercancías: la alegría, la solidaridad, el duelo, la amistad, el sentido, el goce, la vida.
En esta sesión trataremos sobre el aislamiento, los cuidados, las necesidades, lo físico, lo virtual, lo esencial, y cómo sostener el común en una situación de incertidumbre que está fuera de control. En resumen: para qué seguir el viaje juntos.
Sesión 4: Sin Ítaca no habrías emprendido el camino, pero no tiene ya nada que darte
No estamos inmersas en una utopía. No creemos que el futuro inmediato nos acerque a un mundo mejor. Venimos de una normalidad conocida y caminamos hacia otra incierta que quizás sea pobre, sin nada que ofrecernos. Lo único que puede modificar el punto de llegada son las decisiones que vamos tomando en el camino.
En esta sesión volveremos al punto de partida y conversaremos sobre por qué intensificar el viaje.