LOS CUIDADOS EN EL CENTRO
En un contexto androcéntrico en el que se presenta como ciudadano ejemplar al homo economicus, libre de toda dependencia y carga de cuidados, vemos imprescindible repensar nuestros contextos personales, laborales y activistas desde una lógica que ponga a las personas en el centro.
Nuestro actual sistema socioeconómico genera contextos personales, laborales y activistas que supeditan el bienestar a la tarea, lo que muchas veces supone que los procesos no se sostengan o lo hagan a costa de la salud de quienes los sustentan. En particular, los escenarios de trabajo vinculados a la intervención social y la militancia política se ven afectados por cuestiones estructurales que condicionan y dificultan el trabajo. Estos contextos de precarización de la vida, sostén de la violencia estructural o supremacía de la urgencia inciden en la transformación de las prácticas y culturas organizativas del tercer sector. Cabría preguntarnos: ¿cómo de transformadora puede ser nuestra intervención si parte del desborde de capacidades y recursos de quienes la llevan a cabo? ¿qué podemos hacer para prevenir el burn-out y el desgaste profesional al interior de nuestros equipos?
Frente a ello, el cuidado se presenta como una estrategia de sostenimiento de procesos, proyectos y colectivos en tanto que obliga a nombrar el impacto emocional que estas circunstancias generan en las personas y colectivos que las llevan a cabo. En ese sentido, el cuidado previene el desgaste de personas y de equipos en contextos de alta exigencia a la vez que dota de herramientas para fortalecer las organizaciones y los procesos. Podemos definirlo como una estrategia reflexiva orientada hacia unx mismx (la persona y el equipo) que posiciona la importancia del bienestar como estrategia política y técnica.
Es por ello que nuestra propuesta se basa en crear un espacio amable de cuidados y aprendizaje que produzca estrategias de sostenimiento de procesos, proyectos y equipos. Nos parece imprescindible por tanto acercar enfoques de la economía feminista y del acompañamiento psicosocial que cambien la perspectiva, poniendo la vulnerabilidad, el autocuidado y la interdependencia en el centro.
¿A quién va dirigido?
- Personas que quieran repensar sus cuidados en sus contextos personal, profesional o activista.
- Profesionales de la intervención social, la educación, la economía social o el activismo que necesiten herramientas teórico-prácticas para posicionar una cultura del autocuidado y cuidado de equipos/grupos en sus contextos.
- Instituciones que quieran mejorar la vida de las personas que las llenan de vida así como la calidad y sostenibilidad de los procesos que desarrollan.
¿Qué temas trabajamos?
La propuesta se puede adaptar en función de las necesidades y tiempos, pudiendo priorizar entre las siguientes líneas de trabajo:
- Fortalecer prácticas de autocuidado, visibilizando los efectos del no cuidado y propiciando espacios de bienestar físico y mental, autoconocimiento y gestión emocional satisfactorios.
- Facilitar espacios en los que reflexionar sobre el cuidado mutuo al interior de los grupos: vínculos, confianza, cooperación y límites desde los prismas de la inteligencia emocional y la comunicación no violenta.
- Cohesionar equipos, prevenir el desgaste personal y colectivo así como los riesgos ocupacionales, favoreciendo contextos laborales creativos, empoderantes y nutritivos para las personas que los constituyen.
- Cuestionar los mitos en torno al cuidado de equipos y los rasgos de quienes cuidan para facilitar la mejora de las prácticas ligadas a la intervención social y el activismo, generando repositorios de buenas prácticas que aseguren la sostenibilidad y la calidad de los proyectos.
- Transversalizar los aportes de la economía feminista y el acompañamiento psicosocial al interior de instituciones y entidades, reflexionando sobre la cultura organizativa, estructura, objetivos, hábitos e inercias de las organizaciones.