Memoria Anual 2020

2020 nos hizo gritar con más fuerza que nunca que el feminismo es esencial.

En 2020 un virus nos atravesó y lo puso todo patas arriba. La Tierra respiró mientras nuestras vidas se llenaron de miedos, pérdidas e incertidumbre. Las pantallas sustituyeron los abrazos y confirmamos algo que las feministas veníamos anunciando: la vida es frágil y se sostiene sabiéndonos vulnerables e interdependientes.

Contra la adversidad, 2020 nos trajo crecimiento. Nuestro equipo creció, como lo hicieron nuestras líneas de trabajo, alianzas y proyección de futuro. Nos lanzamos a este incierto 2021 con una mochila cada vez más llena de aprendizajes, codo con codo y apostando por construir vidas que merezcan la pena ser vividas.

Hace ahora un año en Segovia, abríamos nuestros brazos al verano. Al fin la libertad se abría paso.

Sin embargo, pronto cambiamos las olas de Bolonia por otras bien feas. Llegaron los toques de queda, los confinamientos perimetrales, los grupos burbuja…

Qué navidades tan raras, ¿verdad? Esta vez la Tierra lloró helada de miedo, angustia y agotamiento. Al menos jugamos; siempre hay espacio para jugar. Seguimos pegadas a las pantallas asumiendo aquello que llamaban Nueva Normalidad, con lo poco que nos gusta esa palabra. Parecía que las buenas noticias no iban a llegar nunca…

Pero llegó la primavera abriendo las calles y las terrazas, aumentando las burbujas, rompiendo los relojes y las nuevas fronteras. Vacunaron a nuestras abuelas, a nuestras madres… Incluso a nosotras.

El sol del verano nos alumbra ahora con unos rayos que saben a libertad. Cada crisis nos trae una oportunidad; parece por tanto buen momento de mirar atrás y ver qué hemos aprendido. Y os pregunto: ¿Cuál ha sido vuestro mayor aprendizaje en este año hostil?