“Era arriesgado y quisimos apostar.
Apenas teníamos referentes y quisimos construirlos.
Era importante hablar de monomarentalidad y lo hicimos.”
– Equipo de Otro Tiempo –
Este verano Otro Tiempo nos reunimos con 13 maravillosas familias en Gallegos (Segovia) y vivimos una experiencia revolucionaria de alianzas, juegos, gratitud, sostén y comunidad.
Estas palabras resonaron durante la ronda de evaluación del último día mientras despedíamos las vacaciones bailando al ritmo de Ay, mamá.
Cinco días de sobremesa, pozas y miradas cómplices…. pero sobre todo días de RED. Una red que sostuvo la convivencia, las emociones, la escucha, los cuidados y la mochila que cada una traíamos.
Todas estamos para todas: No queremos dejar de cuidar, queremos compartir los cuidados. Frase mítica de manifiestos y lucha feminista se convertía en un grito profundo estas vacaciones.
Desde la organización pensábamos que cuidando nosotras, vosotras respirarías y os podríais dedicar a los autocuidados. Y nada que ver.
Estas vacaciones respirábamos juntas, grandes y chicas. A ratos se oían respiros de frustración… a ratos de descanso y sosiego. A ratos salían suspiros que soltaban lo que sobraba. Aires de risas, aires de noche, aires de cambio soplaban en este verano de calor y fuego.
Y allí estamos nosotras: piratas, boxeadoras, peces y txikipadi, guineanas, castellanas y sevillanas, amatxus y mamalunas, haciendo comunidad, parejas de cuidados y dibujos de estrellas que nos abrían nuevos planetas de lava y maternidades.
En esta pequeña gran experiencia hemos hecho un poco de todo.
Mañanas de talleres. Acroyoga, autocuidados, autodefensa y campamentos de tribus inventadas con animales salvajes que alimentaban nuestras imaginación mientras dábamos vueltas al sistema relacional. Una gran familia de 29 que construimos al son de varitas mágicas y piscinas estancadas.
Tardes de siesta y excursión cual exploradoras de vidas en mitad de la sierra de Guadarrama. Hemos visitado chorros, ermitas y transitado caminos de piedras rodados por carros de cuatro ruedas. Siempre al son de lenguajes sororos, palabras reparadoras y mujeres luchadoras.
Nos llevamos mucho que aprender, que mejorar, que perfilar… Sabemos que la ilusión no basta, que hay realidades diversas y necesidades no atendidas. Y sabemos que los vínculos que se han dado entre txikis, adultas y entorno, vibran fuerte aún en nosotras.
Gracias por cada palabra, cada reflexión, cada risa y cada caricia dada y recibida.
Gracias sobre todo por querer soñar con nosotras.
Otros Nidos, son posibles.