Esta ley sigue al movimiento feminista y pone en el centro el consentimiento y los derechos de reparación desde una mirada que se aleja del punitivismo.
- La Ley “del Solo Sí es Sí” sigue al movimiento feminista y cambia el enfoque para abordar las violencias sexuales.
- Desarrolla la propuesta feminista de poner en el centro el consentimiento y se focaliza en los procesos de reparación y el abordaje integral de las violencias sexuales. Así, centra las necesidades y las vidas de las mujeres frente a la revictimización en casos de violencia.
- Este giro forma parte de las indicaciones del Convenio de Estambul del Consejo de Europa firmado por España en 2011 y las recomendaciones de la CEDAW (Comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer).
La ley de garantía de la libertad sexual mueve el debate a la cuestión del consentimiento de las mujeres y sitúa la carga de la prueba en si los agresores se habían asegurado de que las mujeres habían expresado su deseo. El código penal anterior, que recogía la distinción entre agresión y abuso, llevaba los debates legales a la distinción de actos violentos o de intimidación durante los que se cuestionaba a las mujeres. De esta manera, nos preguntaba a las mujeres si nos habíamos resistido y cuánto habíamos verbalizado la negativa para valorar los hechos y establecer el delito.
Desde una mirada feminista, abandonar ese paradigma es fundamental para modificar el discurso de la cultura de la violación e impulsar la cultura del consentimiento. El consentimiento es más que estar de acuerdo, es una forma de comunicar y expresar los deseos y límites durante las acciones sexuales. Supone que las prácticas sexuales sean acuerdos mutuos y consensuados que se expresan de forma entusiasta, activa, verbal y no verbal. Se trata de construir un universo de prácticas sexuales en las que naturalicemos pedir explícitamente lo que nos hace disfrutar y explorar con más seguridad y comunicación nuestra sexualidad. La socialización de género patriarcal nos enseña a las mujeres a ponernos en valor solo como deseadas, pero no a considerarnos deseantes. Las feministas queremos reforzar el consentimiento para reivindicarnos como sujetos activos y comunicativos, desbordantes de deseos y placeres sexuales.
Además, esta ley tiene un abordaje integral de las violencias sexuales y se centra en los procesos de reparación de las mujeres víctimas. Establece la creación de centros de crisis 24h en todas las Comunidades Autónomas, fomenta la formación especializada a profesionales, promueve la investigación y las medidas de prevención y sensibilización, entre otras. Crea una serie de recursos y servicios para acompañar los procesos que viven las supervivientes, desde la atención integral, atendiendo a las circunstancias específicas, de forma gratuita y confidencial.
Con esta ley, la vía de acceso a estos derechos y recursos de acompañamiento se produce a través de un título habilitante que puede acreditarse mediante recursos públicos especializados y no sólo mediante sentencias judiciales. En el caso de las violencias sexuales, entre siete y ocho mujeres de cada diez no denuncian las agresiones por diversos motivos, entre ellos que siete de cada diez agresiones se producen en el entorno cercano y afectivo de la víctima. Entre quienes sí denuncian, la mayoría no consigue una sentencia favorable. Por tanto, es fundamental para las mujeres poder obtener alternativas para acreditar la situación de violencia vivida. Amnistía Internacional ya trabajó en 2018 sobre la violencia institucional que reciben las mujeres víctimas de violencias sexuales documentando diversas realidades en España en su informe “Ya es hora de que me creas”.
Uno de los puntos de mejora de la ley es la cobertura de las mujeres en situación administrativa irregular que quedan en los márgenes de la cobertura debido a su estatus migratorio.
¿Qué pasa con el debate sobre la ley del “Solo sí es Sí” de garantía de la libertad sexual?
Esta ley tiene también un enfoque que se aleja de la mirada punitiva. Mayores penas de prisión no cuidan a las mujeres ni reducen la violencia existente. De hecho, las investigaciones señalan que a menores penas se reduce la prevalencia del delito y las mujeres tienden a denunciar más su situación publicamente. El enfoque que se trabaja en la ley pretende centrarse en los derechos de las mujeres, incidiendo en el abordaje integral y la prevención mediante medidas de sensibilización, protección y herramientas prácticas que faciliten el proceso de administración de justicia y recuperación.
Sin embargo, el debate mediático se ha centrado en la revisión de condenas concretas tras la aprobación del texto. Al realizar la transformación de los dos artículos que distinguían entre agresión (pena de 1 a 5 años) y abuso sexual (pena de 1 a 3 años) y quedar unicamente un delito de agresión sexual (pena de 1 a 4 años). Algunos jueces sin aplicar de manera precisa la nueva legislación, han optado por una bajada automática de las penas. Como en todos los procedimientos de modificación del Cógido Penal, la bajada de penas produce que en algunos casos se revisen condenas y pueda haber excarcelaciones, si bien recordamos que esto no está ocurriendo en siete de cada diez casos y que el Tribunal Supremo sólo ha corroborado ocho revisiones a la baja.
La ley del «Solo Sí es Sí» supone un avance social fundamental contra la cultura de la violacion y un cambio de mentalidad, paradigma y servicios similar al cambio que supuso en nuestra sociedad la ley 1/2004 de Violencia de Género. En aquel momento, también hubo que sostener ataques virulentos, críticas machistas y la presentacion de más de 200 recursos de inconstitucionalidad. Hace años que esta norma es un modelo legislativo en Europa y que su red de recursos han salvado vidas y han permitido construir una sociedad menos injusta y violenta, en la que aún nos queda mucho camino hasta garantizar una vida libre de violencias.